DON JUAN TENORIO/Cía Cecilio Pineda

DON JUAN TENORIO, de José Zorrillo (Notas que escribo para el programa de mano)

Compañía Cecilio Pineda

Teatro Romea de Murcia. Noviembre/2017

 Una vez más, siendo fieles a la tradición teatral murciana, la compañía Cecilio Pineda, bajo la dirección de Julio Navarro, sube al escenario del teatro Romea de Murcia la obra Don Juan Tenorio.
f5j2g0ygvzc570088_1Este año 2017 se cumple el bicentenario del nacimiento de su autor, José Zorrilla y Moral, que nació en Valladolid el 21 de febrero de 1817. En la carta que José Velarde escribe presentando las memorias del poeta, tituladas Recuerdos de tiempo viejo, describirá así el momento en el que el poeta y dramaturgo vallisoletano se dio a conocer al público: “Era la tarde del 15 de febrero de 1837. En el cementerio de la puerta de Fuencarral, un numeroso concurso se apiñaba en derredor de un joven desconocido, delgado, pálido, de larga cabellera y expresivos ojos, que, acongijado y convulso, leía, ante un féretro adornado con una corona de laurel, una sentida poesía. El concurso lo formaba todo el Madrid artístico; el féretro encerraba el cadáver de Larra; el poeta era Zorrilla […] España, al perder al más grande de sus críticos, encontró al más popular de sus poetas”.

La crítica no se pone de acuerdo en determinar las fuentes que sirvieron a Zorrilla para escribir su Tenorio y es preferible hablar de diferentes referencias, con todos los matices que en la actualidad introducen los estudios de la Literatura comparada. Pero es indudable que El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina, de forma directa o indirecta, sirvió para formar el armazón argumental. Frente a la obra de Tirso, Zorrilla introduce el amor como medio de salvación del alma de Don Juan, una innovación que humaniza al personaje, haciendo que triunfe el encuentro con Doña Inés a pesar de que este se produce en el más allá, una vez que están los dos muertos y Don Juan ha de rendir cuentas ante Dios.

Antes de que el amante sevillano triunfara en la escena, Zorrilla ya había cosechado éxitos con obras de corte histórico como El zapatero y el rey (1840 y 1842), El puñal del godo (1843) o posteriores como Traidor, inconfeso y mártir (1849).

El primer estreno de Don Juan Tenorio fue un fracaso. El actor Carlos Latorre, en abril de 1844, le pidió a Zorrilla una obra  pero con la condición de que estuviera terminada en menos de un mes. Sólo tardó tres semana en escribirla y el 28 de marzo del mismo año, el propio Latorre, la estrenó en el escenario del Teatro de la Cruz. El personaje de Doña Inés lo hacía la actriz Bárbara Lamadrid, a la que achacaron parte del fracaso a pesar de ser una actriz muy considerada. La revista de la época El Laberinto calificó la obra de muy floja y criticó duramente los decorados y la disposición de la escena. Unos meses después, el 1 de noviembre de 1844, Carlos Latorre y José Lombía reestrenaron la obra en el Teatro del Príncipe con un extraordinario éxito. Desde entonces, la representación del Tenorio de Zorrilla sustituyó a la de No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, y Convidado de piedra, de Antonio de Zamora, que se representaba todas las noches de ánimas desde principios del siglo XVIII.

Unknown-2Hoy, la compañía Cecilio Pineda continúa llevando el testigo de la tradición con representaciones del Don Juan noviembre tras noviembre,  desde que el propio Cecilio comenzara a subirlo a los escenarios allá por el año 1928 y que luego será continuado por sus descendientes Juan Pedro Pineda, Julio Navarro Carbonell y Julio Navarro Albero, actual director de la compañía. Ya con su padre, este último, comenzó a representar a partir de 1989 el papel de Don Juan y que mantiene hasta la fecha. Pero el Tenorio de la compañía Cecilio Pineda es algo más que una representación que se extiende a los primeros días del mes de noviembre sobre el majestuoso escenario del teatro Romea. El reparto, además de la presencia de familiares de la saga de los Pineda, se convierte en una extraordinaria fiesta en la que, a lo largo de los años, han participado casi la totalidad de actores de la escena murciana, tanto aficionados como profesionales. Pero no es sólo eso, sino que entre cajas con la tramoya, la producción, la regiduría, el vestuario y los ayudantes, hay otro sinfín de participantes que convierten esta representación en un verdadero acontecimiento artístico y social donde, junto con el público, se dan cita los murcianos y vecinos de provincias cercanas que se acercan para asistir a la magia del Tenorio.

El espectáculo, que mantiene la tradición de la representación en  su estreno, al menos en los aspectos principales como son la escenografía del telón pintado, incluye algunas innovaciones y renovaciones que el tiempo ha ido incluyendo en la obra. Los espectadores asisten a algo más que ver la obra de Zorrilla sobre el escenario. Acude a una cita con la historia que le brindan sus vecinos en un acto de entrega artística que, año tras año, repite versos y escenas para el agrado de un público cada vez más numeroso.

 Unknown-3La escena de las apuestas entre Don Juan y Don Luis Mejía, otra de las aportaciones de la obra de Zorrilla, dibuja a un personaje canalla, vividor y mujeriego. Apuestan que el primero conquistará a la prometida de Luis Mejía, Doña Ana de Pantoja, además de conquistar a una novicia. Don Gonzalo de Ulloa, padre de doña Inés, que reside en un convento, y prometida de Don Juan, conocedor de la apuesta, retira el permiso para que se celebre el matrimonio. Don Juan la rapta del convento. Don Luis y don Gonzalo acuden a su casa, se enfrentan en duelo con él y acaban perdiendo la vida. A continuación Don Juan huye a Italia. En la segunda parte y después de cinco años, Don Juan regresa a Sevilla y visita el cementerio donde está, además de Don Luis y Don Gonzalo, Doña Inés, que murió de pena al conocer la muerte de su padre y, sobre todo, al saber que no podía estar con su amado Don Juan. Ella también hizo una apuesta, pero con Dios: Si consigue el arrepentimiento de Don Juan ambos se salvan pero si no, se condenarán. El espíritu de Don Gonzalo se le aparece a Don Juan para conducirlo al infierno y, al mismo tiempo, se le aparece el espíritu de doña Inés y le ruega que se arrepienta de todos sus pecados. Él se arrepiente y ella gana la apuesta, salvando con su amor a Don Juan, subiendo juntos al cielo rodeados de ángeles y cantos celestiales.

La obra tiene todos los ingredientes románticos puestos al servicio de la escena y del público: El amor con mayúsculas más allá de la muerte, venciendo todos los obstáculos para salvar al protagonista pecador y alcanzar el paraíso. Y como no, Doña Inés, la mujer romántica, que hace gala de su fortaleza a la hora de defender sus sentimientos y que, en espíritu y como una gran luchadora, se alza ganando en el juego del azar, rescatando a Don Juan de las oscuras garras de su oscuro destino.

 Hoy, mientras se leen estar notas, entre cajas los actores se miran con la tensión del personaje dibujando mariposas en el estómago. El público guarda silencio. Julio Navarro asiente con la cabeza y, como un susurro, se escucha: Comenzamos. Arriba el telón.

Fulgencio M. Lax (Dramaturgo)

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